jueves, 27 de mayo de 2010

El reflejo del pasado en las calles de Buenos Aires

En lo que se refiere a la arquitectura, Buenos Aires es una ciudad muy diversa y hasta contradictoria. Podemos encontrar desde mansiones de estilo francés hasta casas de colores fuertes y edificios modernos. Por esa razón me interesó para este bicentenario indagar en la historia de su arquitectura en los últimos 200 años y entender mejor por qué es hoy como es.

Entre 1810 y 1880 tuvo lugar el proceso Pre Moderno. Este se caracterizó por tener un tono neoclásico y romántico. Se construyeron edificios como la Pirámide, del pórtico de la Catedral, el Palacio de la Legislatura en la Manzana de las Luces y el cementerio de Recoleta. El cementerio de Recoleta tiene un formato único en el mundo, por lo que es de gran interés para los turistas. Hoy en día, aunque la demanda no es muy grande, cada mausoleo cuesta igual que un departamento pequeño.



La Plaza de mayo en 1810, antes de que adoptara su nombra actual por los sucesos que sucedieron en mayo de ese año, era la unión de las plaza de la Victoria y del Fuerte, llamada Plaza Mayor. Este fue desde 1580 uno de los mayores centros donde se celebraban actos y fiestas.


En 1871, a raíz de una epidemia de fiebre amarilla, las familias pertenecientes a la oligarquía porteña asentadas en el centro se trasladaron hacia la zona norte, especialmente a Retiro y Recoleta. La mayor parte de estas construcciones fueron llevadas a cabo por arquitectos extranjeros, que proyectaron los lujosos palacios de estilo francés. Esta influencia se puede ver en, entre otras construcciones, hoteles tradicionales como el Hotel Argentino y el Hipódromo Argentino.




Las mansiones se fueron haciendo cada vez más lujosas externamente, para poder mostrar el poderío económico de la familia que habitaba en ellas. En lo que respecta a los interiores, era costumbre cubrirlos enteramente de objetos de valor, como cuadros u mercaderías importadas.

Posteriormente, sus antiguas viviendas al sur de Buenos Aires darían origen a los conventillos. En estos vivían las personas de clase baja, como los inmigrantes que no habían podido conseguir tierras o un buen trabajo. Se caracterizaban por tener espacios amplios pero donde vivía mucha gente y se realizaban diversas actividades. Por esta razón la gente de clases bajas no tenía privacidad, lo que para las clases burguesas era un valor fundamental.

Hoy en día los antiguos conventillos se siguen utilizando en el barrio de Boca, donde son característicos del barrio por los colores con que fueron pintados. Otras de sus antiguas mansiones se usan como escuelas.


Hacia 1894 surgió un modernismo antiacademicista, del cual se desprenden movimientos como el Art Nouveau y el Art Decó. Un ejemplo de este período sería el Petit Hotel. En los mismos años se creó el ascensor. Este invento no se utilizó para construir edificios, sino que se instaló en las casas de las familias poderosas.

En el centenario de la independencia la nación se encontraba en un momento de claro esplendor económico, en el cual Buenos Aires era considerada la ciudad más importante de Latinoamérica. Por esta razón todas las potencias europeas de la época donaron monumentos o esculturas que aún hoy se conservan. Este es el caso de, por ejemplo, la fuente de los españoles.

A partir de 1920 tuvo lugar la evolución de la Metrópolis Moderna. Este período estuvo marcado por crisis económicas y el resurgimiento de las clases populares. Por esta razón se inauguraron clubs sociales y deportivos, cafés, cines de barrio y bibliotecas populares. Hacia 1930 se inicia una nueva corriente arquitectónica conocida como "el Racionalismo", que prioriza las funciones de los espacios a su estética.


El obelisco en la 9 de Julio es una de las construcciones por las que extranjeros más reconocen Buenos Aires. Este fue construido en 1931 y mediante el trabajo de 157 obreros se pudo terminar en 31 días. Tiene 67 metros de altura y fue originalmente pensado como homenaje a los 400 años de la primera fundación de Buenos Aires por Pedro de Mendoza. En un principio estaba revestido con piedra calcárea, pero como los movimientos del subte provocaron desprendimientos, fue cubierto con pintura al látex.


Igualmente a partir de 1945 se intenta transmitir la imagen de un estado poderoso a través de la solidez y monumentalidad de los edificios públicos para mantener el poderío en una época de desorden social. Esto dio lugar a construcciones como la Casa de Gobierno y el Teatro Colón.


Desde 1980 surgieron las arquitecturas comerciales, que se centraron en hacer renovaciones urbanas como autopistas y ensanches de rutas. Bordeando la zona de Puerto Madero se fueron construyendo nuevos edificios de oficinas denominados edificios inteligentes. Algunos de los más importantes son la Torre Bouchard (1994), el Fortabat 1993), y el Edificio República (1994).


Las formas de construcción no cambiaron sólo externamente. En el transcurso de los años los ambientes fueron reduciendo su tamaño para dar lugar a un mayor número de viviendas y los materiales usuales de construcción cambiaron de hormigón a ladrillos y cemento y, luego, a otros más económicos y prácticos para las empresas constructoras como el dubloc. Actualmente se están revalorizando las antiguas construcciones porque estos nuevos materiales otorgan una privacidad mucho menor en lo que respecta al sonido y son más frágiles.

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